Dócil al autista. Maria Elena Lora

DÓCIL AL AUTISTA


María Elena Lora

NELcf-La Paz

El campo de la clínica del autismo, de acuerdo con lo señalado por Eric Laurent, nos convoca a estar advertidos, sobre la expansión actual, que se halla referida al autismo desde la psiquiatría y las neurociencias. Un ejemplo de ello son la multiplicación de formas protocolizadas de evaluaciones diagnosticas y/o las propuestas terapéuticas de rehabilitación o pedagógicas. 
Esta masificación nos invita a interrogarnos acerca de nuestra propia expansión, desde la perspectiva del psicoanálisis de orientación lacaniana; la cual es muy diferente y, es a partir de ella que procedemos a investigar la clínica del autismo, cuya lógica nos permite diferenciarnos de una clínica que se orienta por la dimensión de las clasificaciones.
Actualmente, se impone la premisa de un “todo biológico”, donde el sufrimiento del ser humano, solo puede ser tratado por el uso de fármacos y el sujeto pierde la oportunidad de poder ser escuchado sobre su padecimiento, su sufrimiento.
Igualmente, hoy esta en primer plano, la declinación de la autoridad, el impacto del capitalismo, el imperio del consumo en el mercado y los avances de la ciencia y/o la tecnología, que nos proponen una homogeneización de consumo, junto a un intento de uniformización en los modos de goce. Vale decir, que la marca de la posmodernidad promueve y se basa en la idea de que la “ciencia sabe”.
Miller en su texto Polémica política, ubica la posición que conviene al analista hoy: “como dócil a”; propongo esta vía para reflexionar y preguntarnos ¿que significa dócil, ¿Qué promueve ser dócil? ¿Cómo pensar este dócil al autista y cómo lo declinamos? 
Entiendo, que lo que nos enseña cada sujeto autista, nos toca en “un borde” de lo que no sabemos, de lo que fracasa en: “hacerse un todo saber”; se trata de situar esta perspectiva y proponer una orientación, que consiste: en  encarnar “ser dócil”.  Este enfoque, implica guiarnos, a partir de esta arista y consentir, a hacerse enseñar por aquel sujeto con autismo, aquel que tiene dificultades con una constitución corporal, con la constitución de una imagen, aquel que se encierra en un encapsulamiento que funciona como una burbuja de protección, un neo-borde, como una cápsula a la manera de los astronautas que se desplazan en el espacio, protegiéndose de las manifestaciones que vienen del mundo exterior. Donde este encapsulamiento es ya una respuesta por parte del sujeto. 
Lacan al referirse al autismo señala que, en él la palabra está detenida, que no se dirige a ningún llamado, que vive en lo real e incluso que hay “algo que se congela”, “algo está coagulado” Así, que al dejarse enseñar y encarnar docilidad, ello posibilitará abrir para el sujeto autista “un saber” inédito, que no este encerrado en el saber académico, ni en los ideales pedagógicos. 
Por otra parte, los autistas tienen emociones pero que no las comprenden, experimentan cosas en el cuerpo, pero no logran interpretarlas. El autista hace un trabajo de corte del cuerpo en relación con los afectos y también puede haber un intelecto separado de los afectos y por ello el goce en el sujeto autista, se sitúa proyectado en el borde; se trata de todo un trabajo complejo sobre el borde.
Bajo esta lógica, Maleval propone la tesis de: aprehender al sujeto autista como un “sujeto creativo”. Esta afirmación, se apoya en la afirmación de Lacan: en que “algo se congela” y por lo tanto, el proceso de cambio en el autista, no se reduce a procesos de imitación o iteración, pues ello no permitiría una apertura a una verdadera capacidad de invención inédita y única.
Esta orientación, precisa que un analista este en posición versátil y dócil ante lo imposible, en cuanto al saber y al sentido. 
De este modo, promover el “ser dócil” es promover a lo que no se deja homogeneizar. Es dejarse enseñar, pero también dejarse “labrar” por los arreglos de cada quien. 
Ser dócil supone la política de la época y la política del psicoanálisis que es operar desde lo imposible, aquello que Lacan llamo “real”, e implica que hay siempre un saber no sabido; por ello nuestra práctica necesita “huir de lo sabido”, huir de promover ideales, sentidos y no perderse en políticas terapéuticas educativas.
Se trata de “ser dócil al autista”, no sin una posición ética, vale decir, dócil a su estilo propio, que va de la mano de un saber leer de otro modo, lo que se genera y de esta manera, se relanza un “no saber actuante”, que orienta a soluciones singulares de sujetos trabajadores y posibilita sostener un acto, que consiente a la creatividad de cada uno.  
El futuro para la clínica analítica, no sólo para el sujeto autista vendrá de la “docilidad”, “de dejarse llevar”, escuchar a “aquellos sujetos no sumisos”, “des-obedientes”.


La Paz, abril 2024















  





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